En estos días inicia el X Gran Remate de Libros del Auditorio Nacional, donde se pueden conseguir obras a precios bajos. Lo que para muchos suele ser motivo de alegría, para la industria editorial debería ser causa de tristeza. Para que un libro pueda ser “rematado” tuvo que anteceder un fenómeno lamentable: la sobreproducción. Son muchos los factores que conducen al editor a producir de más. Por un lado, claro, la incapacidad de estimar a ciencia cierta cuál va a ser el desplazamiento, la venta de un libro. Como hemos señalado ya en Bibliopatía, en México no se hace un ejercicio estadístico sistemático que ayude a la previsión y planeación en materia del libro y la lectura. Por otro lado, la carencia de librerías y su dispersión en un territorio tan enorme encarece la distribución. En su más reciente informe, la CANIEM anota que a mediados del 2015 se concluyó la actualización del listado de Puntos de Venta del Libro, en el cual se localizó un total de 1 204 establecimientos, 31% de los cuales estaban en la Ciudad de México. Si partimos de esa cifra, no contamos ni siquiera con un punto de venta por cada dos de los 2 457 municipios en la República. Eso nos conduce a una curiosa paradoja: los editores producimos de más para cubrir esos pocos puntos de venta con la esperanza de vender lo necesario para amortizar costos y obtener ganancias razonables. Pero ante las desproporcionadas cifras de devolución, tenemos que subir el precio de venta al público. En suma: el libro es caro y se desperdicia gran parte de lo producido, por lo que, a final de cuentas, los pocos lectores pagan precios superiores a los que deberían regir si contáramos con esquemas eficientes de producción, distribución y venta. Resultado: ventas de remate en un país que está loco de remate. Tal como apuntamos en nuestra edición del viernes pasado, la tecnología viene en nuestra ayuda. ¿No será hora de que la industria vuelva la vista sobre las nuevas tecnologías que permiten producir según las necesidades? Sobre este tema estaremos bordando en las siguientes ediciones de Bibliopatía. Mientras, no dejen de ir al Auditorio Nacional. Encontrarán espléndidas ofertas derivadas de nuestras precariedades libreras.

 

Alejandro Zenker

@alejandrozenker