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Mañana, 15 de marzo, se realizarán las elecciones de los nuevos consejeros propietarios de la CANIEM (Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana). En esta ocasión sólo se presentó una propuesta de planilla, la cual encabeza Carlos Anaya Rosique, vicepresidente de Grupo Noriega Editores. Su plan de trabajo parte de tres ejes de acción: 1) Posicionar a la CANIEM como el órgano representativo de los editores constituidos en México, así como de toda la cadena del libro. 2) Lograr que se reconozca el libro y las publicaciones periódicas como uno de los medios de preservación del patrimonio cultural del país. 3) Promover el desarrollo de las políticas públicas necesarias para que la cultura escrita sea reconocida como actividad estratégica y, por tanto, prioritaria en el progreso cultural y económico de nuestra sociedad.

Carlos Anaya se ha distinguido a lo largo de los años por su constante actividad a favor del gremio y es, sin duda, uno de los más destacados expertos en materia de libro y lectura. No sólo conoce de cerca la gran industria del libro, sino también los problemas que enfrentan las medianas y pequeñas empresas editoriales. Es mucho lo que hay que hacer en nuestro país para mejorar las condiciones en que trabajan, y para impulsar políticas públicas que realmente favorezcan la lectura. Pero el entorno es extremadamente complejo. En México, la industria editorial no ha alcanzado el desarrollo que podría tener, entre otras razones debido al monopolio que ha mantenido el Estado sobre los libros de texto, que ha afectado también la calidad educativa, ya que no se cuenta con opciones  para impulsar una educación que responda no a una, sino a muchas realidades en el país. Si a esto sumamos la falta de un sistema eficiente de distribución nacional, la creciente carencia de librerías, las condiciones cada vez más difíciles para sobrevivir, la falta de apoyos para crear no sólo librerías, sino también proyectos editoriales, la ausencia de profesionalización en la cadena del libro, la falsa idea de que la lectura se promueve conminando a dedicarle unos minutos al día a esa actividad, entre muchos otros factores, comprenderemos que el reto es inmenso.

Esperemos a conocer los resultados de estas elecciones. Si la planilla encabezada por Carlos Anaya es elegida, tendremos la esperanza de que algo de lo mucho que se requiere pueda llevarse a cabo en los años venideros con el sentido de urgencia que la situación amerita.

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En otro orden de cosas, en este número añadimos notas que, si bien no son todas nuevas, pueden ayudarnos a tener presente la magnitud del problema de la lectura en México y la inconsistencia de los ejercicios de desinformación estadística. Pasamos con facilidad inaudita del infierno al paraíso en materia de hábitos de lectura gracias a las triquiñuelas de políticos y funcionarios que flaco favor le hacen al futuro del país. Gran reto, por cierto, para quien quede al frente de la CANIEM: generar datos estadísticos duros y bien fundamentados para que, sobre esa base, podamos planear el crecimiento a largo plazo de la industria editorial en México.

Alejandro Zenker

@alejandrozenker

Coordinador