Hace unos días el secretario de Educación, Aurelio Nuño, desmintió en redes sociales que hubiera libros con temática sexual para niños de preescolar. Explicó que las imágenes filtradas correspondían a ediciones hechas en otros países con los que la SEP no tiene convenio alguno. La pregunta es: ¿qué habría de malo si esos libros estuvieran destinados a los pequeños mexicanos? ¿Acaso se acusaría a las autoridades educativas de querer “despertar” su curiosidad sexual? ¿Por qué no, en lugar de asustarnos y alejar de ellos lo más posible este tipo de contenidos, nos preocupamos por que se ajusten a su desarrollo lingüístico y grado de entendimiento?

Creer que los niños no están preparados para hablar de sexualidad es uno de los errores más comunes que cometemos los adultos, pues al llenar con mitos e historias fantasiosas un tema que atraviesa la vida de todo ser humano se corre el riesgo de dejar grandes vacíos que tarde o temprano llenarán por sí mismos y, quizá, no de la mejor manera.

El asunto no se reduce al conocimiento de su cuerpo, se trata también de la prevención de situaciones tan graves como el abuso y el acoso sexual. No es fácil para los padres de familia abordar este tema con sus hijos cuando son muy pequeños, pues temen sexualizarlos a temprana edad, pervertir su infancia, inculcar la desconfianza en los mayores y, en resumen, sembrar la idea de que el peligro está cerca, cuando lo que se pretende es proteger su inocencia e infancia, criándolos con base en el amor y la seguridad.

En una búsqueda rápida de libros sobre educación sexual para niños disponibles en México en la red, encontramos que la mayoría de los resultados hacen referencia a los índices de abuso sexual en el país, lo que nos lleva a plantear: ¿no serán esos libros de los que la sociedad se asusta los que ayudarán a educar para evitar el abuso? Seguramente, con educación, esos terribles indicadores irían a la baja.

Por fortuna, también surgió un título como “Cosquillas”, de las españolas Sara Carro y Alba Barbé, libro que trata de la masturbación y a la que describe así: “las mariposas la habían invadido de cosquillas debajo de la barriga”. El relato es en realidad un álbum infantil con ilustraciones que les hablan a los pequeños sobre la exploración corporal, los placeres y las fantasías.

Por otro lado, sobre la protección infantil está “La regla de Kiko”, libro que incluye una guía, un cuento, un video y carteles elaborados por el Consejo de Europa para auxiliar a padres y educadores a explicar a los niños dónde no pueden tocarlos otras personas, cómo reaccionar si eso sucede y a quién dirigirse para pedir ayuda.

Habrá que dejar a un lado la doble moral y exigir contenidos de valor que nos guíen en el complicado camino de la educación de nuestros hijos en una sociedad tan despreocupada como la nuestra.